En 2020 nos vimos abruptamente obligados a cambiar todos los procesos planificados, debieron cerrar las escuelas y las aulas se trasladaron a algún lugar en el interior de los hogares de estudiantes y profesores, la interacción educativa se realizaba a través de una pantalla y/o mediante una guía. Los profesores nos vimos en la obligación de cambiar metodologías de enseñanza, debimos aprender abruptamente a educar en la distancia a través de un medio tecnológico sin compartir esos lazos que son propios de los seres humanos y que hacen tan especial y única la profesión docente.
Al iniciar el segundo semestre de 2021, hemos vivido un nuevo e inédito proceso de cambio metodológico, hoy ya estamos regresando a las salas de clase, pero a través del llamado sistema híbrido o mixto, estamos en proceso de adaptación a las normativas sanitarias. Hoy en día el cumplimiento de los protocolos en nuestros colegios va más allá del cuidado personal, es cuidarnos, pero también es cuidar a nuestros semejantes y a nuestras familias, en otras palabras, cuando nos cuidamos también estamos dando una hermosa muestra de solidaridad hacia nuestros semejantes. Quizá extrañamos y necesitamos el apretón de manos, el abrazo y las muestras de cariño y fraternidad, hoy no podemos abrazar a quien sufre. Muchos de los estudiantes más pequeños solo conocen la educación a través de una pantalla y no han disfrutado de los importantes procesos formativos que provoca la interacción social con sus compañeros(as) y profesores(as). Sin lugar a dudas, en los últimos años esta cadena de interrelaciones personales que llamamos comunidad educativa ha estado expuesta a una fuerte presión que ha afectado a cada uno de sus eslabones, de este modo, nuestros estudiantes y sus familias han estado propensos a estrés y confusiones que pueden afectar el bienestar físico, emocional, cognitivo y social, lo que implica para la comunidad educativa el desafío de reorganizarnos y recuperar el equilibrio.
Estimados padres y apoderados, les invitamos a estar atentos(as) a las conductas, dibujos y juegos de los niños(as) así como también a dificultades para conciliar el sueño, irritación emocional, malestares físicos y ansiedad. En cambio, en los adolescentes hay que estar atentos a cambios de estado anímico, tendencias a aislarse y debemos enfatizar en ellos el cumplimiento de las normativas de seguridad frente al covid ya que debido a su proceso de desarrollo es altamente probable que ellos piensen: “a mí no me pasará”.
Les invito a generar una instancia de diálogo familiar, en la medida de lo posible espontánea, de modo que cada miembro de la familia “se mire al espejo” y reflexione respecto a algunas preguntas tales como:
¿Cómo me siento en los aspectos: ¿Físico, emocional, cognitivo y social?
¿Qué sensaciones he experimentado en el último tiempo?
¿Por qué me he sentido así?
¿Qué situaciones son las que más me han afectado?
¿Qué cosas me han ayudado a sentir mejor?
¿He descubierto cosas nuevas en mí?
En relación a estas reflexiones personales es importante ir aclarando sus dudas y transmitiéndoles calma a los niños y jóvenes de la familia, considerando que ellos suelen contagiarse de nuestras emociones, nuestras hijas e hijos aprenden a regular sus emociones a partir de lo que observan en sus adultos significativos.
¿Cómo podemos generar un ambiente de bienestar emocional en nuestro hogar?
Hoy más que nunca nuestra comunidad educativa debe fortalecerse mutuamente y retomar con fuerza la formación de principios y valores fomentados por la Corporación Educacional Masónica de Concepción, desarrollando la igualdad, la tolerancia, la fraternidad y la diversidad de origen que como indica la carta de educación Laica nos permite “fortalecer las relaciones humanas indispensables para lograr ambientes de convivencia armónica para educar y crecer con compromiso en torno a la justicia y la responsabilidad social”.
Jorge Díaz Zúñiga
Orientador Colegio Alonso de Ercilla – Hualqui